LUIS ARTURO GUICHARD


Las campanas del sitio en que nacimos
Están sonando siempre. No las oímos
Pero ellas nos están siguiendo. Miden
Los golpes que nos quedan con la precisión
Que sólo aprende el péndulo. Suenan
En aquel lugar de casas blancas
De larguísimos pasillos ciegos
En los que el mismo niño sigue
Corriendo sin encontrar la salida
Con la misma mirada del anciano
Que señala al niño un punto mas allá
del ocaso.
La despedida suena
el los oídos como un péndulo. Empecemos
a cumplir el oficio de creer y de esperar.
Entre estos doce golpes deben estar
los sonidos verdaderos.

(in Los sonidos verdaderos, México, 2000)

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